Mi historia con la educación por Ashley Seah, Master en Derecho por NYU (USA)
“Dale un pescado a un hombre y lo alimentarás durante un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para toda la vida”.
En ocasiones atribuida a China, los nativos de América, India e incluso la Biblia, la fuente de este proverbio sigue siendo un misterio. Si bien su origen es disputado, su mensaje se mantiene vigente hoy en día: la educación empodera.
Ello puede ser interpretado de dos maneras.
Primero, que la educación es una forma de obtener auto-sostenibilidad, lo cual significa la habilidad de obtener recursos propios sin necesidad de contar con la ayuda de terceros. Ello, porque la educación en sí misma provee los medios y métodos para que una persona aprenda por sí misma, creando un mundo de oportunidades para aquellos que deseen buscarla. Saber leer y el uso del lenguaje, por ejemplo, no solo permiten comunicarse con un grupo más amplio de personas, sino que también permite que las personas puedan obtener conocimientos a lo largo de distintas ubicaciones geográficas y períodos de tiempo.
Así mismo, la educación también permite obtener auto-sostenibilidad financiera, como claramente demuestra el proverbio. Al enseñarle al hombre a pescar, él podrá cazar y vender su propia comida, generando, por ende, una fuente sostenible de ingresos que puede ser utilizada para satisfacer sus necesidades propias. La educación, por lo tanto, empodera no solo al permitir ilustrarse mediante el aprendizaje propio, sino que también en términos financieros al permitir obtener las habilidades requeridas para generar ingresos.
El poder de la educación en términos de empoderamiento financiero es especialmente importante en relación con el concepto de la “trampa de la pobreza” el cual implica que una persona necesitará algún tipo de intervención externa para escapar el círculo de la pobreza. Ello, porque se suele argumentar que la mejor forma de intervenir contra la pobreza es mediante la educación, la cual empodera a las personas a salir de la pobreza por sí mismas. De hecho, existen estudios que han demostrado que hasta 420 millones de personas podrían salir de la pobreza si lograsen completar sus estudios de educación secundaria y que los ingresos de una persona podrían incrementar desde $2.5 hasta $5 por cada $1 invertido en un año adicional de educación. En términos generales, se alega que incrementar el acceso a educación incrementa el bienestar de las sociedades, lo cual ayuda a generar equidad entre comunidades, mejorar la salud y longevidad de una población, reducir violencia y promover crecimiento económico. Por ende, se podría decir que el proverbio tiene un significado más profundo, más significativo: que mediante la auto-sostenibilidad, la educación puede eventualmente permitir que una persona salga de la pobreza y que la sociedad se vea beneficiada para bien.
En resumen, el acceso a la educación puede proveer una vida entera de oportunidades para individuos y las personas que las rodean. El problema, de acuerdo con la UNESCO, es que 258 millones de niños y jóvenes en el mundo no se encuentran siendo educados e incluso en Perú, solo 3 de cada 10 jóvenes acceden a la educación superior, de acuerdo con estadísticas de 2018.
Habiendo entendido este panorama y teniendo fe en el poder de la educación, IDEM fue creada para servir como puente al brindar oportunidades que previamente solo se encontraban disponibles para pocos privilegiados, sobre aquellos que la necesitaban más.
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